Un bote de salsa y tres kilos de tortillas congeladas iban en su maleta. Si bien su finalidad era conocer una cultura y gastronomía distinta, Néstor Guerrero quería llevar un pedazo de México al viejo continente.
Salió de su casa sabiendo que no la volvería a ver durante seis meses. Lleno de ilusiones, Néstor, estudiante de Arquitectura de la Universidad Regiomontana, partió hacia el aeropuerto en una camioneta llena de familiares que iban a despedirlo.
Pensando en las bellezas arquitectónicas que encontraría alrededor de España, Néstor no podía esperar a que el avión despegara rumbo a las tierras sevillanas. Y fueron las mismas bellezas arquitectónicas las que imaginaba para quitarse el miedo que sentía al estar por primera vez en un avión.
La ansiedad y el nerviosismo fueron bajando de intensidad conforme llegaba el aterrizaje. El avión estaba en tierra y los tripulantes no tardaron en aplaudir. Néstor no entendió el porqué de la ovación, pero le siguió la corriente a los demás.
Sin conocer a nadie en la ciudad de Sevilla, lugar que fue su destino como parte de un intercambio escolar, Néstor sabía que había mucho que visitar en un país lleno de edificios históricos que servirían de inspiración para su futuro laboral.
El primer mes fue solitario pero provechoso para el estudiante mexicano. Yendo a la Universidad de Sevilla durante sólo tres horas de lunes a sábado (ya que ingresó dos materias para quitarse preocupaciones en su viaje) Néstor se dirigía hacia distintos destinos de la ciudad andaluz para fotografiar con su cámara Canon Powershot SX40 los edificios más importantes durante el resto del día.
Fue hasta los siguientes meses cuando Néstor hizo las amistades, la mayoría de ellos latinoamericanos, con las que disfrutaría el resto de su estancia. Habiendo visitado ya el Hotel Alfonso XIII, el Patio de las Doncellas y la Catedral de Sevilla, los estudiantes de arquitectura realizaron un viaje a Madrid organizado por la misma Universidad.
Las tres horas en autobús rumbo a Madrid fueron complicadas para Néstor Guerrero. Si bien en el pequeño departamento que rentaba en Sevilla él se preparaba la comida a su gusto, las famosas ‘tapas’, el jamón serrano y el jamón ibérico, alimento típico español y el cual era lo único que había en el bus no eran de su agrado. Sus compañeros se carcajeaban cada vez que lo escuchaban decir que no entendía el gusto por comer carne cruda.
Teniendo el hambre a tope, Néstor fue el primero en bajar del autobús para comprar unas rebanadas de pizza de un restaurante local. Ya con el estómago lleno, los estudiantes se dirigieron a diferentes puntos turísticos de la ciudad durante los siguientes tres días.
Si bien no pudo documentar ya que olvidó su cámara en Sevilla, Néstor no se desanimó pues pudo disfrutar de las bellezas cómo la Plaza de la Villa, el Real Observatorio de Madrid y el Estadio Santiago Bernabéu.
Néstor regresó a Sevilla para pasar sus últimos dos meses. Junto a sus compañeros, pasaba las mañanas en la Universidad. Primero, para la clase de Sistemas Estructurales, después para Diseño de Conjuntos Habitacionales. Ya saliendo tomaban algún autobús para escaparse a las playas de Cádiz o Huelva, las cuales Néstor no consideraba tan bonitas como las playas mexicanas.
Pasó el tiempo y llegó el momento para Néstor de regresar a casa. Con lentes oscuros, ya que no gusta de ser visto llorando, el regiomontano fue despedido por sus compañeros la noche anterior. Tuvo complicaciones, ya
que esa misma noche fue asaltado en las calles a las afueras de la Universidad. Agradecido por no haber perdido el pasaporte o el boleto de regreso, Néstor tuvo que tocar la guitarra y cantar la noche siguiente en una plaza pública para conseguir el dinero necesario para dirigirse al aeropuerto.
Fue un vuelo menos pesado que la ida, sin embargo Néstor Guerrero nunca olvidará el aprendizaje, la amistad y las experiencias de conocer una cultura diferente. Si bien éste intercambio sirvió para su formación universitaria, Néstor, quien ahora está de vuelta en la Universidad Regiomontana, no duda en decir que lo mejor del viaje fueron las personas que conoció.
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